En ocasiones algunos consultantes me preguntan cómo pueden re-educar a su propia mente. Me preguntan si puedo ayudarles a re-programar su mente o su cerebro para que éste deje de enviar tantas preocupaciones y deje de ser tan negativo o catastrofizante. Les preocupa que en ocasiones su mente reacciona de una manera muy exagerada, sobre todo porque les impide hacer cosas que antes solían hacer con facilidad, o bien, les impide avanzar a cosas que profundamente desean hacer.
Me dicen que quieren ser más positivos, tener pensamientos más alegres, y que les gustaría no tener esta ola de pensamientos desagradables y negativos cuando van a realizar alguna actividad o cuando está sucediendo algo.
¿Te suena familiar? Si es así no te preocupes, me pasa a mi también y a la mayoría de las personas que conozco.
Re-educar a nuestra mente para que «no» reaccione de una manera tan preocupante suena bastante tentador, ya que si “eliminamos” las preocupaciones seguramente podríamos seguir y avanzar con mayor facilidad por nuestra vida. ¿Lo has intentado? de ser así ya sabes lo sumamente difícil, complicado, cansado y aveces lo infructuoso que resulta querer re-programar a tu mente.
Imagina que estás tú conmigo en terapia y mientras hablamos, hemos descubierto el “hilo negro” de muchos temas… lo dicho en esa sesión ¿hará que tu padre sea diferente o que piense diferente? Lo que hablemos en sesión ¿crees que hará que tu pareja reaccione diferente? Si continuamos charlando en terapia, lo dicho ahí ¿hará que tu jefe o compañeros de trabajo piensen y sean diferentes? crees que lo que hablemos tú y yo ¿hará que los gobiernos detengan el calentamiento global?
Lo más probable es que eso no pase ¿verdad?
Ellos no están en consulta, ellos no se han enterado de todo lo que tú y yo hemos hablado. ¿Quiénes podrían cambiar después de nuestras charlas en sesión? Lo más probable es que cambiemos nosotros dos. ¡Tú y yo! Tanto el paciente como el consultante aprende de la terapia y quien pudiera hacer cambios para mejorar sus vidas seríamos nosotros dos. En este escenario lo que pase más allá de nosotros no está totalmente bajo nuestro control.
Bajo esta misma lógica, ¿por qué querer invertir tiempo en re-educar o re-programar a tu mente para que reaccione diferente ante la vida?
Tal vez lo mejor que podríamos hacer es aprender nosotros a reaccionar diferente ante los pensamientos que me ofrece mi mente. Piénsalo un segundo, tal vez esta opción que tienes es mucho más poderosa que intentar cambiar a tu mente.
Sólo imagina cómo podría ser tu día a día, si aprendiéramos a no juzgar a nuestros pensamientos como buenos o malos, sino verlos como lo que son: “pensamientos”. ¿Qué ocurriría si en lugar de intentar cambiarlos tuviéramos una actitud de aceptación y compasión a nuestra propia mente preocupada? ¿Y si en lugar de dejar de hacer cosas, me aventurara a hacerlas a pesar de lo que mi mente aveces me dice…?
Esto es algo que puedes aprender en terapia y que podría darle a tu vida un giro completamente diferente: en lugar de luchar día a día con tu mente para reprogramarle o re-educarla, podrías sólo… aprender a observarla sin juzgarla.