¡SOY UN FRACASO! – ¿qué pasa cuando nos definimos por nuestro trabajo y el trabajo no está yendo bien?

Nos encontramos en medio de una sociedad obsesionada con la productividad, el estatus y puestos de trabajo. Para muchos de nosotros el trabajo es el núcleo de lo que pensamos que somos. Nos definimos a nosotros mismos mediante nuestros títulos – “Soy psicóloga”, “chef”, “abogad@“, “CEO”.

Definimos a los demás de la misma manera, por lo tanto, “¿a qué te dedicas?” Suele ser una de las primeras preguntas que hacemos a las personas cuando las conocemos.

Si nos definimos así, ¿qué pasa cuando el trabajo deja de ir bien? ¿O cambiamos de trabajo? ¿O perdemos nuestro trabajo?

¿Qué es la identidad?

La identidad es la respuesta a la pregunta “¿quién soy?”.
Me gusta visualizarla como un rompecabezas. Cada pieza de este rompecabezas representa una parte diferente de quién eres, por ejemplo, mi identidad incluye entre otros muchos roles: amiga, mujer, pareja, hermana, hija, psicóloga, maestra…

Nos sentimos mejor con nosotros mismos cuando nuestro rompecabezas de la identidad esta hecho de múltiples piezas, piezas que tenemos tiempo de nutrir.

Tener múltiples facetas de nuestra identidad no sólo nos hace sentir bien. También influye en que nos veamos menos afectados por los obstáculos que se nos presentan frecuentemente en el día a día a lo largo de nuestra vida.

Por ejemplo, si sientes que eres mal@ en algo, o si alguna parte de tu identidad se pierde por alguna razón (como cuando pasamos por una ruptura amorosa), solo una pieza de el multifacético “rompecabezas que eres” se ha aflojado o se ha perdido. Puedes sentirte molest@ y/o confundid@, sin embargo, mientras los otros aspectos importantes de tu identidad permanezcan estables, tu identidad se mantiene intacta. O dicho de otra manera, tu identidad no se encuentra amenazada.

Sin embargo, en este 2021, pocos de nosotros tenemos un “rompecabezas de identidad” multifacética o variada, ya que la mayor parte de él se compone de nuestro trabajo.

Esto puede ser porque estamos acostumbrados a creer que el trabajo es importante, o porque estamos absolutamente apasionados por nuestro trabajo y le otorgamos nuestra vida a lo que hacemos. O bien, puede ser porque el COVID-19 y la cuarentena nos quitaron las otras actividades que eran importantes para nosotr@s, haciendo al trabajo el foco de nuestra atención cada semana.

Cuando el trabajo es el punto principal de nuestra identidad, es como si nuestro rompecabezas estuviera conformado por una pieza grande. Entonces, si el trabajo va mal, o si perdemos nuestro trabajo; como es una pieza grande (si no es que la mayor parte) del rompecabezas de quienes somos, desaparece. Hay un agujero metafórico en nuestro concepto de nosotros mismos que nos lleva a hacernos preguntas como «si no soy bueno en mi trabajo, ¿quién soy?”.

Esta es la razón por la que las personas que atribuyen su identidad a su carrera o roles laborales son más propensas a tener dificultades con su identidad, autoestima y sentir profundos niveles de fracaso personal en el momento en que el trabajo no va bien.

No es necesario tener una carrera de «alto poder o prestigio» para sentirse así. La situación de la que estoy hablando puede suceder en cualquier momento en que fijemos nuestra identidad a cualquier único factor de la vida.

Por ejemplo, muchos padres primerizos con los que he trabajado notan estos efectos también.

La mayoría de los padres sienten que son “malos padres que nomás no dan una” por lo menos alguna vez en su vida. Much@s padres toman pausas prolongadas de su trabajo, hacen cambios drásticos en su horario de trabajo o hacen a un lado su carrera para cuidar a sus pequeños, la mayor parte de su “rompecabezas de identidad” ahora está compuesta por la pieza “papá/mamá”.

Cuando empiezan a sentir que están luchando en el rol de padres, comúnmente tienen pensamientos como “¿si no puedo hacer esto, cuál es mi propósito?” “¿Cuál es el punto?”. Muchos padres luchan con sentimientos de fracaso y baja autoestima debido a esto. Por supuesto que no están fracasando realmente, nadie puede hacer una crianza perfecta o de 10. El problema aquí no es su estilo de crianza, es la falta de balance en su identidad (oh, y también la enorme presión que existe sobre los padres en hacerlo “perfecto” y hacerlo parecer sencillo).

Identidad y motivación.

La siguiente cuestión a la que nos enfrentamos es que la identidad acciona directamente la motivación.

Estoy motivada a escribir esta publicación en el blog porque soy psicóloga. Soy alguien que comparte ideas psicológicas para que las personas se comprendan a sí mismas.

Sin embargo, no soy un oficial de policía, lo que significa que no tengo ninguna motivación para llamar a la gente o perseguir a la gente por la calle por sus delitos menores. (A veces sí).

Nuestra identidad impulsa nuestra motivación. Y más que eso, nuestra motivación generalmente determina cuán productivos y efectivos somos en cualquier situación dada.

Si fijas tu identidad en tu trabajo y luego el trabajo deja de ir bien, tu identidad puede sentirse amenazada y luego… tu motivación disminuirá. Si pierdes la motivación, ¿qué pasa entonces? A menudo, esto significa que dejarás de trabajar tan duro, lo que significa que tu rendimiento y el trabajo se ven afectados, lo que contribuye aún más a esa sensación de fracaso.

Comienza un círculo vicioso.

¿Qué puedes hacer?

Ahora que comprendemos un poco mejor el por qué es importante fijar completamente nuestra identidad a una sola área de nuestra vida; y por qué si el trabajo es una parte central de quienes somos, no se necesita mucho para sentirnos inseguros de nuestra identidad, o que estamos fallando como seres humanos.

Si te sientes de esta manera, ten certeza de que lo que sientes es válido. Sé amable contigo mism@, especialmente si notas a ese crític@ intern@. Después, toma una pluma y papel (o abre la app de notas en tu celular) y escribe… haz una lista de todas las piezas de tu identidad. Todas las cosas que te importan. Nota qué aspectos de tu vida sientes que son los más importantes para ti, y cuáles quizás has abandonado. Pregúntate a ti mism@ si consideras que tu rompecabezas es variado y está balanceado o si el rompecabezas de tu identidad está hecho casi exclusivamente de tu trabajo.

Decide hoy qué harás para nutrir todos esos otros aspectos de tu rompecabezas, entonces, si las cosas no se encuentran bien en tu trabajo, no te sientas descarrilad@ por ello. O para que, si has perdido tu trabajo, tengas la oportunidad de reconectarte con las otras cosas que son importantes para ti, que le dan significado, valor a tu vida; que sientas que eres un ser humano valioso, multifacético, que tiene muchísimo que ofrecer. Como también mereces todas esas cosas valiosas y ser consciente de ello.

¿Con qué vas a empezar hoy? ¿Te acercarás a ese amigo con el que hace mucho no hablas? ¿Vas a empezar a ir a correr, ya que, el ejercicio es algo que siempre ha sido importante pero de alguna manera ha quedado rezagado? ¿Empezarás un nuevo hobby simplemente por diversión? Este es tu permiso para convertirte en alguien que es mucho más que un trabajo.

¡Eso es todo por hoy! Este artículo es una introducción… ahora es tu turno de ampliar tu sentido de ti mismo.

Hay otros factores que nos afectan cuando nuestra identidad se ve amenazada, como el hecho de que estas experiencias pueden desencadenar la respuesta de luchar-huir, haciéndonos sentir ansiosos (o peor), incapaces de dormir y como si estuviéramos atrapados en nuestros pensamientos de preocupación. Si desea obtener más información sobre eso de sentirse mal, haz clic aquí.

Asimismo, lo mejor que puedes hacer para sobrellevar los sentimientos de fracaso o malestar relacionados al trabajo y la identidad es conocer tus valores. Una vez que sepas cuáles son tus valores, sabrás dónde colocar tu energía cada día y podrás vivir una vida impulsada por los valores que te harán sentir satisfech@ incluso cuando la vida se ponga difícil o hayas perdido tu trabajo.

Mereces comprenderte a ti mism@ y sentirte bien.

Recuerda: este contenido no busca de ninguna manera suplir una terapia psicológica. Si consideras que necesitas ayuda, ve al psicólogo… ¡tú lo vales!

Coméntale lo que has leído aquí, tu terapeuta sabrá cómo ayudarte.

autor

Martha Lorenia Monreal Quintana

Psicóloga en Centro Integral de Psicología.
Licenciada en Psicología, U de O.
Máster en Terapias Contextuales, Instituto ACT.Ver perfil