El amor propio no lo es todo.

Últimamente es común ver en nuestras redes sociales, los medios, las noticias, en todos lados…qué tan importante es el amor propio, qué tan necesario es para poder relacionarnos con los demás, para tener relaciones de pareja sanas y duraderas.


Si bien es cierto que esa amabilidad y autocompasión son muy importantes para tener una mejor calidad de vida, creo que la forma en la que percibimos actualmente este concepto nos sigue llevando por un camino de autoexigencia y cero amabilidad hacia uno mismo.

Siendo los seres humanos tan susceptibles a nuestro entorno, que el tema del amor propio se haya convertido casi en algo obligatorio nos acerca más a sentir ansiedad por no cumplir totalmente con ello que a ser flexibles y comprensivos con nuestras experiencias.

Recordemos que nuestra experiencia emocional, de pensamientos e impulsos sube y baja, es momentánea, va y viene, cómo van y vienen las circunstancias de nuestro entorno, ese es el estado natural del ser humano. Por lo tanto, aún en el intento de ser amable y compasiva conmigo misma pueden surgir pensamientos de inseguridades con respecto a mi cuerpo, a mis habilidades, a si estoy haciéndolo bien o mal… y el juzgar o incluso castigar que nuestra mente vaya a esos lugares se vuelve algo que paradójicamente termina enganchándonos más a ellos.

Amor propio.

El amor propio entonces creo que va más allá de – solo sentir amor y compasión a mí misma – el amor propio también incluye el amarme aún cuando soy dura conmigo. El entender que llevo toda una vida en un entorno que ha premiado y reconocido el exigirte, buscar ser el mejor, el trabajar duro, el compararte con el otro y que, naturalmente, habrá ocasiones donde pensaré y actuaré en ese hilo. De manera que este amor propio incluiría entender que una historia de vida donde se nos ha enseñado a criticarnos, a exigirnos y ser los mejores facilita que nuestras inseguridades afloren de vez en cuando y eso es completamente normal.

Al leer esto me gustaría que reconsideres la forma en la que ves el amor propio, vuélvetelo a plantear, y, si en algún momento crees que te hace falta amarte o a ti mism@ porque en ocasiones te sientes con inseguridades sobre tu cuerpo o tus habilidades, piensa… ¿qué necesito para permitirme sentir y pensar esto en un contexto de amor y entendimiento? ¿De nuevo estoy comparándome con los demás? ¿Estoy yendo en contra de lo que estoy buscando construir en mí mism@? Y si es así, ¡abrázate, sé considerad@ y flexible contig@ mism@, de todas formas! Si esto te cuesta trabajo, puedes visitar aquí otro artículo en donde practicamos autocompasión.

Tener inseguridades y dudas en ocasiones no te hace menos considerad@ contigo mism@, te hace humano.

Este es un proceso de aprendizaje que como cualquier otro, toma tiempo, toma que intentes y pruebes qué te funciona mejor para ser congruente con ese amor propio… que puedas definir, TÚ Y SÓLO TÚ (No las redes, no los estándares de belleza, no tus amistades o familiares) qué es amarte a ti mism@ y entonces, una vez que lo tengas más o menos claro, puedas también actuar con base en ello. Ámate mucho, ¡claro! Pero también recuerda que ese amor incondicional incluye aceptar, recibir y comprender cuándo una actitud tuya no es tan amable o compasiva como desearías.

Soy la Psicóloga Lorenia tratando de brindar asesoría psicológica efectiva fuera del consultorio y dentro del día a día. ¡Espero que sea de ayuda!

Sin embargo, recuerda que este contenido no busca de ninguna manera suplir una terapia psicológica. Si consideras que necesitas ayuda, ve al psicólogo… ¡tú lo vales!

autor

Martha Lorenia Monreal Quintana

Psicóloga en Centro Integral de Psicología.
Licenciada en Psicología, U de O.
Máster en Terapias Contextuales, Instituto ACT.Ver perfil