Las rupturas son horrorosas. Generalmente son más horrorosas para uno que para el otro. Pueden ser tan difíciles que no quieres levantarte de la cama, hablar con alguien, comer… algunas veces te sientes incapaz físicamente de hacer estas cosas. Todo lo que puedes hacer es desplomarte en la cama, mirando fijamente a la nada, atrapado en tus pensamientos y llorando. La tristeza, el enojo, las dudas y la ansiedad acechan día y noche.
La familia y los amigos vienen, te dan comida, te arrastran fuera de tu casa en contra de tu voluntad. Todo el mundo te dice que va a mejorar, puedes creerles en el fondo. Sin embargo, en ese momento, parece que nunca volverás a ser el mismo. Todo ha cambiado y tu cuerpo te grita esto constantemente.
He estado ahí. No conozco a nadie que no haya pasado por esto. No solo sucedió una vez y tampoco fue más fácil la segunda o tercera vez. ¿Por qué? ¿Por qué si soy un adulto que supuestamente ya pasó por esto, no se hizo más sencillo esta vez?
Bueno, algunos estudios de resonancia magnética funcional (scanners que filman la actividad en el cerebro) muestran que las mismas partes del cerebro que se activan en el dolor físico, también se activan en el dolor emocional después de una ruptura. Esto no significa que necesariamente sientas el mismo dolor que en una lesión, sin embargo, significa que incluso el más mínimo rechazo hace que el cerebro esté alerta de una posible amenaza para su supervivencia, una amenaza del mismo nivel que el daño físico. Esto sugiere que nuestro cerebro ha evolucionado para alertarnos sobre ella (y no permitirnos ver nada más), creyendo que nos mantendrá seguros, se enfoca en lo que considera peligro.
No es de extrañar, por tanto, que las rupturas se sientan tan mal. No solo se procesan emocionalmente, se interpretan como un peligro para nuestra supervivencia.
¿Tienes que pasar por estos sentimientos?
Nadie quiere sentirlos. Aunque ahora sabemos que parte importante de este dolor se relaciona a como lo procesa nuestro cerebro, esto no hace que el dolor sea mucho más fácil.
Entonces, ¿tienes que sentir todo ese horror? Desafortunadamente, yo diría que sí, ya que evitar cualquier tipo de emoción generalmente solo lo hace más horrible. Sin embargo, existen formas de aliviar el dolor; primero entendiendo el proceso y segundo tomando acción.
El proceso.
Primero que nada pasamos por una especie de shock, cuando la ruptura acaba de suceder. Sabes que ha pasado pero no es posible conectar con eso, no se siente real. Después, viene el enojo, y es de lo más normal, de pronto te das cuenta que ¡tú vales la pena! ¡ES INJUSTO QUE SE HAYA ACABADO ASÍ! Posteriormente llega una tristeza tan profunda que el apetito cambia, las lágrimas vienen, quieres retirarte del mundo. Este agujero negro puede sentirse como un abismo pero generalmente nos habla de que pronto todo va a pasar. Y así es, esto puede sentirse como “rendirse” al inicio, pero implica finalmente hacer las paces con la ruptura, con el tiempo, esto cambiará… si bien el dolor aún puede estar presente, puedes ver la relación con más claridad, aceptando el papel de cada persona en ella, lo bueno y lo malo. Finalmente tenemos un poco de esperanza, puedes ver o recordar a tu ex y no sentir tanto, puedes salir con tus amigos y realmente disfrutar del momento (no sólo tolerarlo como anteriormente). Puedes sentir que avanzas.
¿Qué puedes hacer?
1. Rodéate de las personas que amas
No tienes que conversar o ser exactamente la mejor compañía. Los amigos y la familia nos ayudan a reconectar con nosotros mismos. Nos recuerdan que somos dignos de amor. Provocan que secretemos endorfinas (las hormonas de la felicidad) y esto puede ayudar muchísimo en el momento.
2. Si no hay nadie con quien puedas hablar, escríbelo.
No necesita ser bonito, nisiquiera tiene que hacer sentido. Puedes empezar con “hoy me sentí…” o “cuando esto pasó me sentí…” Después solo deja que fluyan, tus pensamientos, tus emociones cualquier palabra que aparezca.
3. Sé amable contigo mismo.
Date tiempo, trata de no ponerte fechas límites o últimatums para recuperarte. Esto sólo se sentirá peor si las cosas no suceden como las has imaginado.
4. ¡Actívate!
Esto significa que puedes hacer algo de ejercicio para generar endorfinas y metabolzar hormonas del estrés. También puedes armar un horario de tu día alrededor de las actividades de tu rutina. Por ejemplo, si sabes que las mañanas son las más difíciles, ve a caminar, toma un poco de aire. Si no puedes dormir, trata de mantenerte ocupado durante el día y ten un libro cerca de ti o practica un ejercicio de respiración en la cama.
5. Nota cuando estás siendo crítico.
Date cuenta de cuando te estás culpando a ti mismo, enlistando tus defectos o recordando rechazos. Esto es bastante común, sin embargo, el darle vueltas a estos pensamientos habitualmente empeora la situación. Cuando esto pase, háblate como le hablarías a un amigo.
6. Evita las cosas que sabes que te hacen sentir peor, como revisar las redes sociales de tu ex o pasar por su casa o trabajo.
7. Establece límites.
Si tu ex continúa llamándote o buscándote, comunícale asertivamente que la relación ha terminado y necesitas tiempo y espacio para sanar.
Para todos aquellos que están pasando por una ruptura actualmente, espero que estés bien. Espero que tengas el apoyo suficiente y personas a tu alrededor a las cuales acudir. Estarás bien, sólo es horrible por el momento.
Ten en cuenta que la información aquí compartida no pretende suplir una terapia. Si necesitas ayuda, no dudes en comunicarte con un profesional.
Ve al psicólogo, ¡tú lo vales!
Referencias:
Kross, E., Berman, M. G., Mischel, W., Smith, E. E., & Wager, T. D. (2011). Social rejection shares somatosensory representations with physical pain. Proceedings of the National Academy of Sciences, 108(15), 6270-6275.
Brennan, C. (2013) How does the brain react to a romantic breakup? Scientific American Mind, 24(2), 76– 76.