¿Los límites son egoístas? La respuesta es más complicada de lo que piensas.

Los límites son un tema popular y controversial. En los últimos años la forma en la que la sociedad comprende la necesidad de establecer límites se ha expandido enormemente. Se han escrito libros sobre ello, y si sigues a profesionales de la salud mental no hay un día en el que no aparezca en tu feed de Instagram al menos una publicación de este tema.

Pero la pregunta que veo que muy rara vez se plantea ampliamente es: ¿los límites son egoístas?

Generalmente cuando se hace esta pregunta la respuesta tiene dos polos: “¡para nada!” O “sí, ¡son terribles!”

Como soy terapeuta puedes asumir que este artículo va a decirte que “los límites siempre son buenos y nunca egoístas”. Pero la respuesta es mucho más complicada que eso, así que… vamos a ello.

¿Qué son los límites?

Los límites son esa línea donde una persona termina y la otra comienza. Son las reglas que cada uno de nosotros (idealmente) comunicamos a otras personas de cómo deseamos ser tratados. Podemos tener límites en todas las áreas de nuestra vida como en lo emocional, basados en los valores y creencias, físicos, sexuales, y/o en situaciones económicas.

Los límites incluyen (entre muchos otros ejemplos):

  • Decirle “no” a una persona en una relación de pareja o en la habitación,
  • Decir “no me gusta hacer eso pero gracias por sugerir que salgamos… ¿podemos organizarnos para hacer algo diferente otro día?” a un amigo que te invita a hacer algo que no quieres hacer,
  • Rechazar trabajo y/o programar tiempo para descansar en tu agenda cuando sabes que tienes una semana ocupada.

Cuando tenemos límites fuertes, bien establecidos y las personas a nuestro alrededor respetan esas reglas personales y deseos, sentimos que podemos vivir nuestras vidas al máximo.

Cuando no tenemos límites fuertes, cuando sentimos miedo de decirle que no a las personas, podemos perder mucha energía, algunas veces hasta el punto de agotarnos.

Los límites son importantes.

Entonces, ¿son egoístas?

La respuesta es… la mayoría del tiempo no. Pero algunas veces sí.

¿Qué es el egoísmo?

El egoísmo está definido como el priorizar nuestra propia vida y placer y la falta de consideración por las necesidades de los demás. Es considerado casi unánimemente como algo malo.

El asunto es que, ni tú ni yo estamos en este planeta para acceder constantemente a los caprichos de los demás.

Necesitamos ser capaces de darle prioridad a nuestras necesidades y a nuestra vida de vez en cuando. Incluso cuando los demás pudieran sentir que estamos ignorando sus necesidades cuando hacemos esto.

Por ejemplo, ser capaz de decir que no a los intentos o avances sexuales de alguien es tu derecho como ser humano y es una parte importante para mantenerte físicamente segur@. Ser capaz de decirle que no a alguien que quiere que le prestes dinero que no tienes, sabes que hay una posibilidad de que no pueda devolverlo, o que simplemente no quieras prestar también te mantendrá seguro económicamente.

No hay nada egoísta en tratar de mantenerte a salvo, en cualquier aspecto de la vida, tanto económicamente como físicamente.

Pero, ¿qué tal cuando dices que no a algo que no arriesga tu seguridad?

Decir que no a una invitación de una amig@ para salir, o a algún trabajo que tu jefe quiere que hagas, puede parecer egoísta en ese momento. Estás priorizando tus necesidades sobre las de otra persona después de todo. Sin embargo, decirle que sí a todo puede llevarnos a agotarnos completamente.

Entre más te vuelves capaz de decir que no y/o tomar tiempo para descansar, es más probable que mantengas esa amistad o ese trabajo a largo plazo. En este sentido, los límites son tanto un compromiso que haces contig@ mism@ como una inversión en tu futuro yo y tus futuras relaciones.

Asimismo, no podemos simplemente priorizar las necesidades de los demás y también atender las nuestras. Las relaciones (de todo tipo) se tratan de un balance. La compleja danza de estar ahí para el uno para el otro.

Pedir lo que queremos y necesitamos en una relación, es simplemente parte de estar en una relación. No es intrínsecamente egoísta. E incluso cuando es un poco egoísta, como cuando por las tardes decides poner levantar los pies y dejar que tu compañer@ de casa o pareja haga toda la limpieza, ¿quién dice que eso tiene que ser algo malo?

¿Por qué no podemos ser un poco egoístas de vez en cuando?

Cuando los límites son egoístas.

Hay veces que los límites son más egoístas y problemáticos que los ejemplos que he compartido hasta ahora. Pero, ¿cuándo?

Cuando los límites se usan y se convierten en una excusa para encubrir algo más… por ejemplo:

1) Los límites son egoístas cuando los usamos como excusa para no estar nunca disponibles para los demás.

Hace mucho tiempo estuve trabajando en un equipo en donde una persona nunca se involucraba cuando las cosas se ponían difíciles. No ofrecía apoyo al resto del equipo cuando la semana había sido difícil y jamás se quedaba horas extras cuando todos los demás lo hacíamos si había alguna fecha límite para entregar algo.


Al principio podía parecer que esta persona tenía límites excelentes. Estoy completamente de acuerdo con seguir los horarios de trabajo establecidos, es incluso hasta algo ejemplar. Le aplaudo muchísimo a las personas que se apegan a sus horarios de trabajo/oficina y que tienen reglas claras en lo que están dispuestos a hacer o no.

Pero esto era más que eso. Con el tiempo, nos dimos cuenta que lo que este compañero decía, “es sólo parte de mis límites” en realidad buscaba encubrir que no quería ser parte de este equipo, y no quería hacer cosas por los demás. Priorizaba solo su propio trabajo y actividades de su vida, sin importar que ocurría a su alrededor.

Priorizarte constantemente a ti mismo y tu placer por encima de los demás es la definición de egoísmo. Y usar los límites como una excusa para ello les da una mala fama.

Volviendo a la pregunta anterior, ¿es este tipo de egoísmo algo malo? ¿Por qué no elegir tu vida, tu placer y priorizarlo sobre todo lo demás? ¿Sobre todos los demás? Solo estamos en este planeta una vez, deberíamos tratar de pasarlo lo mejor que se pueda. En el caso de esta compañera, seguramente se beneficiaba enormemente de este comportamiento y eso funcionaba para ella. ¿Quién soy yo para juzgar su conducta, o decir que esa es una mala decisión en su vida?

Sin embargo, si tu… así como yo, valoras la colaboración, el asegurar que eres parte de una comunidad que se apoya entre sí, entonces es poco probable que priorizar de esta manera de manera constantemente funcione para ti.

El egoísmo es un área gris.

Mi compañera no estaba haciéndole daño a nadie. ¿Pero qué tal esa pareja que usa el “son solo mis límites” como una excusa para evitar sus emociones y/o tener discusiones difíciles con su pareja? Con el tiempo, este tipo de comportamiento podría desgastar una relación y aislar a la pareja.

¿Qué pasa con un padre que utiliza ‘los límites’ y ‘priorizar su energía’ como excusa para no estar allí para su hijo, siempre haciendo lo suyo, dejando a su hijo con los demás 24/7 cuando su hijo no se ajusta a su vida?

– Un claro ejemplo de ocasiones en las que los «límites» se utilizan para encubrir el egoísmo de una forma potencialmente peligrosa.

2) Los límites son un problema cuando se utilizan para controlar a los demás.

Los límites no son una excusa para decirle a otra persona que cumpla tus órdenes. No son una oportunidad para decirle a alguien que debe comportarse de la manera que tú quieres que lo haga. No son la forma en que logras que alguien viva su vida de la forma en que quieres que sea. No son la técnica hará que el mundo funcione de la manera que desearías.

Cuando establecemos un límite, le hacemos saber a la gente lo que queremos. Estamos pidiendo algo. Pero… y aquí hay un gran “pero»… no estamos tratando de controlarlos.

Un límite saludable suena como: “no tomo porque no me siento bien”. Control suena así: «Como no puedo beber, tú tampoco deberías beber”.

Otro ejemplo de establecer límites vs control es: “Me gusta mucho cuando me llamas todos los días. Me hace sentir cerca de ti»- este límite saludable también podría reformularse como: “cuando no escucho de ti, te extraño, ¿podemos hablar más?». La versión de control de esto, que veo con frecuencia de manera preocupante, es: “Un/a buen novi@ me llamaría todos los días, si no lo haces, eres una mala persona”.

Los límites se vuelven egoístas, o al menos problemáticos cuando los usamos para tratar de hacer que las personas actúen y vivan sus vidas de la manera que queremos que lo hagan, y no de la manera que ellos deseen.

Entonces, ¿cuál es el veredicto final?

Los límites son importantes.

Cuando un límite es realmente eso, un límite y no una cubierta para cualquier otra cosa (como la evitación emocional, desinterés, priorizarse a sí mismo o el control) no son intrínsecamente egoístas. O al menos, no de una manera problemática.

El egoísmo no siempre es malo. A veces podemos ser egoístas de una forma positiva; como los momentos en los que decimos que no a algo para conservar nuestras energías para la montaña rusa que es la vida.

Los momentos en los que los límites tienden a convertirse en un problema es cuándo no son límites para nada. Mientras tengas conocimiento de qué es un límite y qué no lo es, entonces no tienes de qué preocuparte. Puedes abandonar la búsqueda para descubrir si los límites son egoístas o desinteresados y comenzar a considerar los límites como actos de autocuidado que te mantienen a salvo y hacen que la vida y el mundo sean un lugar mejor.

Soy una Psicóloga Clínica tratando de brindar asesoría psicológica efectiva fuera del consultorio y dentro del día a día. ¡Espero que sea de ayuda!

Sin embargo, recuerda que este contenido no busca de ninguna manera suplir una terapia psicológica. Si consideras que necesitas ayuda, ve al psicólogo… ¡tú lo vales!

autor

Martha Lorenia Monreal Quintana

Psicóloga en Centro Integral de Psicología.
Licenciada en Psicología, U de O.
Máster en Terapias Contextuales, Instituto ACT.Ver perfil