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#01 ¿Por qué hablar de psicología, terapia y sus mitos?
¿Qué tantos mitos existen en psicología? Me apena decirte que es muy probable que la mayoría de cosas que has escuchado sobre psicología son mitos: los mitos de la mente, del inconsciente, de la “salud mental”, de las inteligencias múltiples, la motivación, la intencionalidad, la interpretación de sueños y mucho más. ¿Por qué hablar de psicología, terapia y sus mitos? Lo creas a no, todo esto te afecta directamente a ti, a tu familia, a tus hijos… a tu comunidad.
Los mitos, en general, son historias que intentan explicar el mundo en el que vivimos y todo lo que ocurre en él, desde los fenómenos de la naturaleza hasta los más complejos aspectos de la condición humana.
Actualmente en casi todas las áreas de conocimiento prevalecen “mitos”, y no hablo de narraciones meramente mitológicas de acciones divinas, sino de confusiones y errores en la comprensión y explicación misma de los fenómenos.
Todos creemos saber cosas que son falsas, por ejemplo, al día de hoy aun existe el “mito” de que los humanos usamos sólo el 5% de nuestro cerebro, o que el hemisferio derecho del cerebro se encarga de la creatividad y el izquierdo de operaciones formales; que existen almas gemelas; que sonreír te levanta el ánimo, que existe una “ley de la atracción”, o que “querer es poder” y que “creer es crear”.
En nuestros días estos “mitos” son tan pero tan absurdos como argumentar que el motivo por el cual llueve es que algún Dios está enojado o porque hice algo indebido. Y aunque esto podría aparentemente carecer de relevancia, más allá de comprobar que algunas explicaciones son erróneas, en el día a día muchos mitos pueden llegar a ser muy peligrosos, sobre todo si intentamos ayudar a otras personas basándonos en estos… mitos (por no decir algo peor).
Muchos mitos son inofensivos, sobre todo si los profesionales separan sus creencias de su práctica profesional. No importa si mi oncólogo es religioso siempre y cuando aplique el tratamiento correctamente. ¿Pero qué ocurre cuando la profesión misma está llena de mitos? Dentro de las ciencias me atrevería a decir que la psicología es la que mas alberga mitos sin sentido, mitos considerados hechos para algunos “profesionales”; supuestas verdades en las que basan sus prácticas. De ahí la importancia de hablar sobre estos temas.
¿Qué tantos mitos existen en psicología? Me apena decirte que es muy probable que la mayoría de cosas que has escuchado sobre “psicología» son mitos; los mitos de la mente (la mente no existe), del inconsciente, de la “salud mental”, de las inteligencias múltiples, la “motivación”, la intencionalidad, y ni hablar de aquellas cosas “paranormales» y pseudocientíficas como la Programación Neurolingüistica, el Coaching, las “terapias” de vidas pasadas, la “psicología cuántica”, las prácticas que aseguran curar enfermedades con el “poder” de los pensamientos positivos o la “mente” y muchísimas cosas más que sin ser conocimiento real o formal (o que ni siquiera existen) terminan en el cajón de la psicología.
Sí, la psicología alberga muchos mitos que terminan convirtiéndose en explicaciones incoherentes y en formas bastante extrañas de “terapia” que carecen de sentido, lógica y evidencia y que a su vez terminan siendo perjudiciales para las personas que buscan ayuda.
¿Cuáles son esos mitos y cómo me afecta a mí, a mi familia, a mis vecinos? Bueno, justo sobre esto hablaremos en esta columna. Te veo en dos semanas.
#02 El origen de los mitos y confusión en psicología y terapia.
En esta cápsula hablamos brevemente sobre el por qué de los tantos mitos y confusión en psicología y terapia. Comentamos que la psicología enfrenta muchos problemas y para simplificarlos decimos que el principal de ellos es que los psicólogos viven en una “Torre de Babel” donde todos hablan un idioma diferente y con ello la confusión que impera hasta nuestros días.
Retomando lo mencionado la sesión pasada (mejor dicho la columna pasada) la psicología alberga muchos mitos. ¿Por qué ocurre esto? Bueno, la psicología enfrenta muchos problemas, para simplificarlos diré que el principal de ellos es que los psicólogos viven en una “Torre de Babel”: todos hablan un idioma diferente.
Según esta historia bíblica, un día los hombres buscaron acercarse a Dios y llegar al cielo, así, juntos hombro a hombro decidieron hacer una gran torre. Dios disgustado por la arrogancia de los hombres envía el castigo donde todos hablarían un idioma diferente y los hombres no se entenderían entre sí; no pudieron trabajar juntos, por lo que no pudieron terminar la torre y abandonaron la ciudad.
Así como en la torre de Babel los psicólogos hablan un idioma diferente y la obra avanza, retrocede y cae constantemente. En psicología una palabra (o concepto) puede hacer referencia a dos fenómenos distintos o bien diferentes palabras pueden referirse al mismo fenómeno. Si yo te pido que “pienses”, “recuerdes”, “visualices” o “imagines” algo, aparentemente te invito a hacer cuatro cosas diferente que en realidad son exactamente el mismo fenómeno.
Es tan profundo este problema que incluso los psicólogos no se ponen de acuerdo en lo que están estudiando; unos dicen que la conducta, otros dicen que la mente, otros que el pensamiento, otros que el alma, otros que la cognición, otros la interacción, el inconsciente y otros dicen que “lo que sea que haga el individuo”, como resultado la psicología tiene muchas escuelas, corrientes, teorías y micro-teorías que se contradicen entre si… y curiosamente todas pretenden referirse a lo mismo.
De ahí la confusión que impera en la psicología, de ahí la incubadora de mitos que cuando alguna llega una a popularizarse representa un potencial daño a las personas; de ahí que se confunda fácilmente lo psicológico con lo biológico, con lo social e incluso con la “psicoterapia”; de ahí cuando una persona deprimida acude a varios psicólogos uno le diga que se debe a falta de actividades, otro a que le falta serotonina, otro a que debe liberar su “tensión sexual” acumulada, otro que debe cambiar sus pensamientos irracionales y que otro le diga que no tiene depresión y que está distraído.
¿Cómo erradicar los tantos mitos en psicología? Necesitamos una anti-torre de Babel. Tenemos que disminuir la confusión. No necesitamos estar de acuerdo, basta con estar menos confundidos y para ello necesitamos hablar el mismo idioma, es decir formular un propio lenguaje técnico y así acuñar de una vez por todas una teoría científica de la psicología.
No me creas a mí, ve con mil biólogos y pregúntales qué estudia la biología (o cualquier otra ciencia): los mil te dirán lo mismo. Si tienes cinco amigos que estudian psicología te invito a preguntarles ¿qué estudia la psicología? Y nota como todos te dirán algo diferente. ¿Y cómo impacta esto a la comunidad donde vivo? Lo hablaremos en la siguiente sesión. Te veo en dos semanas.
#03 El mito de: ser psicólogo y terapeuta es lo mismo.
La psicología y la terapia son completamente diferentes. La psicología es una ciencia y la terapia una profesión. Mientras el psicólogo busca comprender la naturaleza de “lo psicológico” el terapeuta ayuda a las personas a modificar su comportamiento para llevar una vida plena. No hay relación entre la preparación y finalidad de uno y otro. ¿Por qué esto es un problema? Te invitamos a escucharlo en esta cápsula.
Como revisamos previamente, la psicología es una ciencia llena de problemas, confusión e innumerables mitos. Uno de los mitos más comunes y del que hablaremos hoy, es aquel donde se dice que ser psicólogo es igual o similar a ser terapeuta, esto sencillamente no es así. No es uno mejor que el otro, sencillamente hacen cosas diferentes y cada cual tiene su lugar en la sociedad. La similitud o diferencia que existe entre un terapeuta y un psicólogo es tanta como la que existe entre un médico y un biólogo o entre un físico y un mecánico. Uno se basa en el conocimiento del otro y pueden estar muy relacionados, pero sencillamente son diferentes.
Newton no construyó aviones y tampoco sabría repararlos, y los ingenieros y mecánicos no inventaron el cálculo ni comprobaron las leyes que gobiernan el movimiento de los cuerpos celestes.
Así, la psicología y la terapia son completamente diferentes. La psicología es una ciencia, por lo tanto, un psicólogo es un científico y como la ciencia es una actividad un psicólogo hace lo que un científico es decir: analiza conceptos, ubica la complejidad de los fenómenos, los nombra, hace arreglos experimentales para estudiarlos, plantea teorías y explica la naturaleza de los fenómenos (en este caso: psicológicos) descubre pero no inventa cosas pero no interfiere ni controla eventos. ¿Te suena raro? pregúntate ¿qué controla un astrofísico? ¿acaso manipula estrellas? ¿acaso las embellece?
Por otro lado, la terapia en palabras sencillas (aunque un tanto polémicas) es una profesión, un terapeuta sin clientes no es un terapeuta, a diferencia de un músico que no necesita de nadie para serlo. El terapeuta implementa modelos, técnicas, procedimiento que han mostrado ser efectivos dentro de una relación que suele llamarse “terapéutica” y donde busca ampliar el repertorio conductual de un individuo, es decir, que las personas aprendan a identificar situaciones y actuar de una manera acorde, sin excesos ni déficits, principalmente para evitar desarrollar complicaciones biológicas (como enfermar), personales (como dejar de hacer cosas que desea) o sociales (como discutir constantemente) ¡Y claro! todo esto sólo si la persona así lo desea.
Mientras el psicólogo busca comprender la naturaleza de “lo psicológico” el terapeuta ayuda a las personas a modificar su comportamiento para llevar una vida plena. No hay relación entre la preparación y finalidad de uno con el otro, aunque no existe duda alguna de que cuando la psicología avanza lo hace también la terapia.
Hasta aquí todo muy bien, parecer que no hay tanta confusión ¿cuál es entonces el problema? Resulta que esta distinción, entra la psicología y terapia, no es tan clara para la mayoría. Por eso el mito de que son lo mismo. Al día de hoy, muchos terapeutas creen ser psicólogos ¡Y cómo culparlos! Eso dice su cédula profesional (cosa graciosa porque la psicología no es una profesión). Y esto nos dice que muchas cosas, por ejemplo, que muchas universidades no están enteradas de esta diferencia. Y naturalmente los planes de estudio no se ajustan a las mismas, abonando más a la confusión imperante.
Sólo imagina cuántas personas, inspiradas principalmente en Hollywood estudian psicología, una ciencia, con la finalidad de ser terapeutas, terapeutas estilo Hollywood además, o que estudian esta carrera por no querer llevar matemáticas, o porque quieren ayudarse a si mismos o a otra gente, o porque les gusta leer metafísica o qué se yo; imagina cómo es entrar ya confundido a la Torre Babel. Y sabes algo aun no te digo lo peor.
Dentro de toda esa confusión nacen “terapias” bastante extrañas (como era de esperarse) que se venden como psicología y que no llegan a ser ni una ni la otra, dando pie al nacimiento del eterno debate y de otro peligroso mito, el mito donde todas las terapias son iguales, donde todas aportan, donde todas suman, donde supuestamente todas sirven igual. El mito donde la mejor terapia es la que más se ajuste al gusto e ideología personal del terapeuta. Y esto, sencillamente es falso…. Y diría aberrante. Pero de esto hablaremos la próxima sesión. Te veo en dos semanas.
#04 El mito de: todas las terapias son iguales.
No todos los caminos conducen a roma. Al existir una amplia diversidad de terapias y aveces podría creerse que todas funcionan igual, que se basan en el mismo conocimiento, que tienen la misma intención (ayudar) y esto no es así. Muchas terapias sólo buscan el beneficio personal de los creadores. ¿Por qué existen tantas terapias? ¿Cómo saber si funcionan? ¿Y por qué existe este peligroso mito? Es de lo que hablamos brevemente en esta cápsula. Y claro, hablaremos más a detalle sobre este tema en futuras transmisiones.
No todos los caminos conducen a Roma. Al existir una amplia diversidad de terapias, a veces podría creerse que todas funcionan igual o que se basan en el mismo conocimiento y esto no es así. ¿Por qué existen tantas terapias y por qué existe este mito? Resumiendo, podríamos decir que los psicólogos viven en una torre de babel, teniendo como resultado “múltiples psicologías”. Dentro de la confusión que esto genera no es una exageración decir que la mayoría de los psicólogos se niegan a la concepción de una psicología científica y, si la terapia se desprende del conocimiento de la psicología entonces debería concebirse sólo un tipo terapia aceptable: aquella cuyo proceder se sostiene sobre los principios de una psicología científica y la evidencia empírica de los tratamientos desarrollados. En otras palabras, se deben usar, promover y enseñar aquellas terapias que funcionan mejor y esto no está ni cerca de suceder, dado el desinterés general de los mismos terapeutas.
No, no todas las terapias son iguales ¿Cómo podría ser igual una terapia que dice que tu problema se debe a fallas en neurotransmisores, o por tu actitud, o porque no has perdonado a tu niño interior, o porque piensas de forma “catastrófica”? Y más raro aún ¿cómo podrían funcionar igual ante el mismo problema?
La verdad es que no todas las terapias son igual de efectivas. Algunas ni siquiera funcionan en lo más mínimo y en lugar de ayudar perjudican. Al día de hoy se han hecho grandes esfuerzos para investigar y determinar cuáles funcionan mejor, cuáles son más efectivas, cuáles llevan menos tiempo, cuáles cuestan menos dinero y cuáles ofrecen una mejoría por más tiempo, sin embargo, muchos terapeutas eligen la terapia que más les guste, con la que más se identifiquen o tristemente la única que conocen.
Esto es un problema. Se necesita leer sólo un poco de historia para notar que las prácticas de naturaleza pre-científica tienden más a perjudicar a los pacientes en vez de ayudarlos y en muchos casos se administran “tratamientos psicológicos” sin que éstos hayan mostrado su eficacia, esto es como vender un medicamento sin saber si funciona o no y por si fuera poco, además de no ser sancionado de ninguna manera, ni siquiera se acerca a ser “mal visto”.
¿Por qué? Vivimos en un tiempo donde la mayoría de los psicólogos se niegan a la concepción de una psicología científica; donde se enorgullecen de no admitir un paradigma basado en la evidencia; tristemente la mayoría de los terapeutas miran la evidencia como si se tratara de una “opinión”; donde el criterio de elección de un tratamiento depende del “gusto” o “intuición” del terapeuta y donde esa intuición pretende ser criterio suficiente para aprobar, rechazar, modificar o diseñar un tratamiento; tiempos donde es común y aplaudido que el terapeuta literalmente improvise en su terapia; tiempos donde la mayoría de psicólogos son místicos y muchos de los argumentos son contra-intuitivos; tiempos donde los psicólogos recurren a los misterios de la física cuántica, donde aluden a “la poca credibilidad de la ciencia”, donde piden se les crea a ciegas que su trabajo y tratamiento sirven más o igual que la mayoría de terapias existentes en el mundo entero y se muestran ofendidos cuando se señala que la evidencia dice todo lo contrario. Esto nos afecta a todos. Al día de hoy los tratamientos con mayor evidencia son los conductuales y cognitivo-conductuales (dependiendo del diagnóstico) pero sobre esto hablaremos la próxima sesión. Te veo en dos semanas.
#05 El peligroso mito de ser feliz.
Para ser feliz hay que controlar emociones y pensamientos ¿verdad? Porque de esta manera puedo eliminar pensamientos y emociones que no me gustan… ¿Se puede? ¿Qué pasaría si todo lo que crees sobre ser feliz fuera completamente al revés y que lamentablemente algunos terapeutas caen en estas trampas?
Como revisamos previamente, la ausencia de un lenguaje técnico en psicología puede llevarnos a callejones sin salida. Donde el sentido común se confunde con un lenguaje técnico y en ocasiones con objetivos terapéuticos. Hoy hablaremos sobre algunos caminos paradójicos que lejos de acercarnos a sentirnos plenos, nos pueden llevar a la desdicha.
Todos queremos ser felices (sea lo que sea que eso signifique) y muchas veces eso lo confundimos con una ausencia de “malestar”, con ausencia de pensamientos y emociones “negativas”. El primer mito que tenemos aquí es creer que existen pensamientos y emociones negativas. No existe tal cosa. Cualquier pensamiento o emoción es completamente normal y natural. Todo exceso o déficit puede dificultar el ajuste en nuestro entorno, pero es precisamente por eso, por ser: un exceso o un déficit, no porque existan tales cosas como las experiencias “negativas”. Por ejemplo; beber agua es bueno y no “negativo”, pero beber 4 galones de agua diario es perjudicial para la salud. De igual forma hacer ejercicio es “bueno”, pero en exceso puede lesionarnos y lo mismo con cualquier ejemplo que se te ocurra.
Al juzgar a nuestros pensamientos y emociones y como buenos o malos (y ojo aquí, porque eso es lo que hacen algunos psicólogos, hablan de control de emociones, control de pensamientos, pensamientos irracionales, pensamientos negativos, etc etc), tal vez sin quererlo se intentará mantener solo aquellos que se sienten bien (esos que suelen juzgar como buenos) y se iniciará una “lucha” con aquellos que no nos gustan (que tienden a categorizarse como negativos, malos, irracionales, o dañinos). Es así como paradójicamente los intentos por ser “felices” suelen terminar en un gran sufrimiento. Todo lo anterior ha llevado a mitos urbanos sobre la felicidad que expone Russ Harris en uno de sus libros, estos son:
“La felicidad es el estado natural de la humanidad”: esto sencillamente es falso, nadie puede ser feliz siempre y en todo momento, creer en este mito puede hacernos sentir peor cuando pasamos un mal momento.
“Si no eres feliz eres anormal”: esto también es falso, faltaría sólo revisar cifras oficiales sobre personas con algún problema psicológico y bastaría para darnos cuenta de es muy rara la “felicidad duradera”. De hecho una “mente sana”, genera sufrimiento. Si no eres feliz todo el tiempo ¡Eres súper normal!
“Para crear una mejor vida debemos deshacernos de pensamientos negativos”: los pensamientos que no te gustan estarán ahí siempre, y curiosamente, intentar eliminar dichos pensamientos hará que lo pienses más. Si yo te digo “no pienses en un elefante rosa, con lentes de sol, arriba de un auto rojo” ¿Qué es lo que piensas?. Es mejor aprender a convivir con esta parte de nosotros y no luchar tanto con ellos.
Por último, “debes poder controlar lo que piensas y lo que sientes”: Esto sencillamente no sucederá, no podemos controlar los pensamientos y emociones que tenemos en su totalidad, creer que debemos-controlarlos sólo generará más frustración e infelicidad, de ahí que lo mejor que podemos hacer es aprender a convivir con ellos y a actuar según nuestras metas y valores personales aunque estén presentes.
Estos mitos urbanos no tendrían la menor importancia, si no fuera porque muchos psicólogos los integran en su práctica profesional dada la confusión imperante en la psicología. Pero sobre esto y más hablaremos en otra sesión. Te veo en dos semanas.
#06 El de mito de “debe ser verdad porque me lo dijeron mil veces”.
“Es más fácil engañar a la gente que convencerla de que ha sido engañada”
Mark Twain
“Nuestros sentidos nos engañan”
Platón
Anécdota y evidencia anecdótica. 1) La “anécdota” es un relato breve de un suceso extraño, interesante o divertido que generalmente suele ocurrirle a quien lo cuenta. 2) La “evidencia anecdótica” es aquella recopilada de manera casual o informal y se basa en testimonios personales.
La evidencia anecdótica son historias que no están corroboradas o que no necesariamente son como las personas las cuentan, con esto no decimos que estén mintiendo voluntariamente, es sólo que a veces la realidad es distinta a como la percibimos. Este tipo de evidencia da pie a lo que conocemos como “falacia de evidencia anecdótica”, «prueba anecdótica”, “generalización apresurada” o “ley de los pequeños números” y es una falacia que consiste en establecer una conclusión generalizada a partir de hechos aislados.
Por citar un ejemplo; actualmente en Londres existe un lugar donde “apareció” la Virgen María y donde cada año se hacen peregrinaciones con personas enfermas por la creencia de que al sumergir el cuerpo enfermo en las aguas donde apareció la virgen las personas se curarán milagrosamente. De hecho se tienen 66 casos documentados de mejoras inexplicables en la salud. Sí, 66 casos de milagros documentados, en un lugar donde acuden cerca de 80,000 peregrinos enfermos por año, en una tradición que tiene más de un siglo, esto quiere decir que más de 8,000,000 de personas enfermas han buscado la cura milagrosa pero sólo el 0.0008% la ha obtenido.
¿Cómo es posible que se perpetúe una tradición y una creencia con una evidencia estadísticamente tan insignificante? ¿Cómo es posible que se omita que en realidad es más fácil contraer una enfermedad en esas aguas que algún tipo de cura milagrosa?
Bueno, ese es el poder de las anécdotas. Una anécdota bien contada puede persuadir a millones de personas y establecer en la sociedad un mito (y como dato curioso, no se necesita convencer a millones de personas para ser un best-seller y obtener grandes ganancias económicas con libros, retiros, cursos y consultoría).
Sin irnos a Londres, ejemplos locales serían decir que la meditación tienen cualidades curativas “porque conozco un caso de una persona con cáncer que fue con un doctor cuántico y a los meses ya no tenía la enfermedad”. Otro sería decir que el tarot predice el futuro porque “conozco un caso de un hombre que fue a leerse las cartas y le dijeron que pronto se presentaría una oportunidad de trabajo y a los días obtuvo una propuesta bien remunerada”. Otro sería decir que la ley de la atracción funciona, “conozco a una joven que quería viajar por el mundo, lo pidió al universo y a los meses se casó con una persona de un país extranjero que la lleva a sus viajes de negocios”. Otro ejemplo sería decir que las sectas coercitivas funcionan “porque conozco a una persona que fue a una secta de esta naturaleza y asegura haber tenido grandes cambios de superación en su vida”. Otro es decir que la homeopatía funciona “la madre de un amigo tenía pocos meses de vida por su diabetes y un homeópata la curó, tiene ya 9 años de vida desde que fue desahuciada por los médicos”.
Personalmente conozco estos cinco casos en mi círculo social y que dada la experiencia tan cercana, personal y emotiva han incluso convencido a otros en mi comunidad de estas creencias.
En definitiva, el poder de la evidencia anecdótica para persuadir es innegable, pero ¿es suficiente para poder afirmar algo con tanta seguridad y veracidad? La respuesta es un NO rotundo. Ni las anécdotas ni la evidencia anecdótica son evidencia veraz. Existen muchos otros factores que pueden explicar mejor estos fenómenos, como un mal diagnóstico, cambios de hábitos, circunstancias de vida, hasta la combinación de medicamentos especializados con “alternativos”; esto es como pedirle al universo que una persona salga bien de una cirugía y cuando todo sale bien, agradecerle al universo pero no al cirujano.
¿Y qué tiene que ver esto con la psicología y la psicoterapia? Bueno, muchas teorías y pseudoterapias que existen actualmente y que se confunden con psicología: carecen de evidencia científica pero les sobra evidencia anecdótica.
Basta leer a Freud, al “Dr.” Eric Pearl o al “Dr.” Jeo Dispenza y muchos otros para notar que sus teorías se basan en historias personales, anécdotas, pero no de una investigación científica detallada.
Muchos “terapeutas” escriben libros con heroicas anécdotas de sus casos de éxito; éxito que atribuyen a sus explicaciones aunque no tengan otra evidencia que su percepción. Por ello la importancia de que toda teoría y terapia (sea psicológica o no) debe estar fundamentada en evidencia científica y no en lo que diga, piense o suponga la gente.
Todas las prácticas fraudulentas de psicoterapia en parte prevalecen por las anécdotas no corroboradas de profesionales y personas que tuvieron un cambio en su vida tras acudir a un “terapeuta” sin cuestionarse si es verdaderamente ese el motivo de cambio.
Que un “profesional”, una o mil personas digan un millón de veces que algo funciona, no es evidencia suficiente para darlo como verdad. Y esto no es una opinión, es un hecho.
Sobre este tema hay mucho qué decir y lo hablaremos en una futura sesión. Te veo en dos semanas.